sábado, 16 de abril de 2011

El adulterio y el Realismo

Uno de los temas más antiguos de la Literatura es el adulterio, el primero lo podemos encontrar en el Antiguo testamento donde David es el amante de Betsabé la esposa de Urías (2 Samuel, 11:1-10). Aunque es un tema frecuente y lo han tomado escritores de la Edad Media como Chaucer en "Los cuentos de Canterbury", o Boccaccio en "El decamerón", sin embargo los adulterios más famosos pertenecen a la Literatura Realista, entre los que destacan el de Emma Bovary con León y Rodolfo; el de Ana Karenina con León y el del Ana Ozores con Álvaro Mesía.

El primero libro realista en tomar este tema fue "Madame Bovary" publicado en 1857 por lo cual Gustave Flaubert fue llevado a juicio por considerar su novela "inmoral" y llena de "contaminación" para la sociedad francesa. Esta novela que se publico en folletín y causo un gran impacto en toda Europa  que se desato una recurencia al tema, incluso aumentaron los adulterios a lo que se llamo "bovarismo". Este término es utilizado para determinar una enfermedad crónica causada por la desilusión y frustración.

Las tres novelas “Madame Bovary”, “Ana Karenina” y “La Regenta”  tratan el tema desde perspectivas diferentes; ya que si Emma Bovary es adultera por la razón de sentirse fracasa al igual que Ana Ozores (la protagonista de “La Regenta”), Ana Karenina lo hace más por liberarse de la sociedad burguesa de Rusia. Para la mayoría de los lectores “La Regenta” puede llegar incluso a parecer un calco de la novela de Flaubert, la gran diferencia consiste en que Ana Ozores busca la religión como una manera de distracción y de salvación por el pecado  cometido con Álvaro Mesías, Emma Bovary no tiene necesidad de esto, para ella la religión no es algo que determine dejar o seguir engañando a Carlos Bovary, por otra parte Leopoldo Alas sí nos demuestra que Ana Ozores tiene ciertas frustraciones por su religiosidad, incluso se ve reflejada con el amor que tiene por ella su confesor  D. Fermín de Pas.
En la novela “Ana Karenina” es donde el narrador nos demuestra más lo escandaloso que puede ser el adulterio, y más en una sociedad burguesa como en la que se desenvuelve Ana, queda implícito, que en las tres novelas y en la vida diaria, lo escandaloso del adulterio es más grande cuando lo comete la mujer como en estos casos.
Ana Kareninda y Emma Bovary terminan por suicidarse a diferencia de Ana Ozores quien termina desmayada en la iglesia. Si bien las tres presenta la fatalidad al final de las novelas, a Ana Ozores es a la única a la que se le da una oportunidad si lo queremos ver así, ya que no muere. 
Una similitud entre las tres protagonistas es que son bellas y con un sentido de lo estético primordial para la vida diaria, en Emma se ve en sus comprar compulsivas y en Ana Kareninda y Azores en su pulcritud.  

martes, 1 de marzo de 2011

Realismo en España.

Como se comento en la primera entrega el Realismo Literario es mucho más complicado de lo que parece. En España se caractarisa por tener grandes cuadros descriptivos, que si no son nuevos (ya que lo pedemos hubicar desde obras mediavales, y en la novela picaresca), sí se manifiestan con más énfasis debido al movimiento artístico en cuestión. En la Literatura hispánica se desarrolla al par del Romanticismo ganando terreno en el Costumbrismo gracias a la influencia de autores franceses, ingleses y rusos. Uno de los máximos exponente del Realismo español es Benito Pérez Galdós, entre sus obras más conocidas destacan: "Miau", "Marianela", "Doña Perfecta", "Fortunata y Jacinta", "Narazín" y "Tormento".  Escritor de una amplia gama de novelas y obras de teatros la más conocida es "El abuelo". Se le consedera a Galdós como uno de los procursores de la "novela de tesis".
Otros autores realistas españoles que destacan son: Armando Palacio Manuel, Emilia Pardo Bazaño, José María de Pareda y Sánchez de Porrúa, Luis Colona Roldan, Vicente Blasco Ibáñez, Felipe Trigo y Juan Valera.
A continuación les presentamos una parte de la novela "Miau" de Galdós, en donde se nos narra una parte del cortejo de Victor hacia Abelarda, la hermana de su primera esposa, quien siempre amo en secreto a su cuñado:
"-Soy un condenado, un réprobo... No puedo pedirte que me salves, porque la fatalidad lo impediría. Por tanto, si ves que me llego a ti y te digo que te quiero, no me creas... es mentira, es un lazo infame que te tiendo; despréciame, arrójame de tu lado; no merezco tu cariño, ni tu compasión siquiera.
La insignificante, con inmensa pena y desaprobación de sí misma, pensó: `Soy tan pava y tan vulgar, que no se me ocurre nada qué responder a estas cosas tan remontadas y tan sentidas que me está diciendo.` Dio un gran suspiro  y le miró, con vivos deseos de echarle los brazos al cuello exclamando: `Te quiero yo a ti más de lo que tú puedes suponer. Pero no hagas caso de mí, no merezco nada, ni valgo lo que tú. Quiero gozarme en la amargura de quererte sin esperanza.`" (PÉREZ, Miau.)

jueves, 27 de enero de 2011

El Realismo en la Literatura

El Realismo es un movimiento artístico que surge en la segunda mitad de siglo XIX, como una respuesta al Romanticismo, que tenía ya un siglo dominando los cánones del arte. El Realismo trata de hacer un calco de la realidad, en la literatura se ve representado utilizando situaciones reales en lugares comunes con personajes cotidianos. Se dejan atrás los ideales de una dama de sociedad débil para pasar a una mujer pobre.
El término “realismo” se le atribuye al artista Jules Champfleury, sin embargo sabemos que el movimiento es mucho más complejo que sólo intentar ser una representación del mundo.
En la Literatura una de las máximas expresiones del movimiento es la publicación de la novela “Madama Bovary”  en 1856 novela escrita por Gustav Flaubert, quien fue llevado a juicio por escribir una novela contaminada. 
Aquí dejamos una de los fragmentos más hermosos de esa novela, les recordamos a los lectores que a partir de esta fecha, tomaremos cada semana a un autor realista para exponerlo y tratar de comprender su tipo de realismo en este blog…
“ -¿Adónde va el señor?- preguntó el cochero.
-¡Adonde usted quiera!- dijo León empujando a Emma dentro del coche.
Y el pesado vehículo se puso en marcha.
Bajó por la calle del Grand-Pont, cruzó la plaza de las Artes, el muelle Napoleón, el Puente Nuevo y se detuvo en seco delante de la estatua de Pierre Carneille.
-¡Siga adelante!- dijo una voz que salía de dentro.
El coche reanudó su marcha y, dejándose llevar cuesta abajo, desde la encrucijada La Fayette, entró galopando en la estación del ferrocarril.
-¡No; siga derecho!- gritó la misma voz.
El coche de punto salió de entre las verjas y no tardó en llegar al Cours, donde fue a un trote lento en medio de los grandes olmos. El cochero se secó la frente, puso su sombrero de cuero entre las piernas y sacó el coche fuera de las entrecalles, a la orilla del agua, cerca del césped.
Siguió a lo largo del río, sobre el camino curvo cubierto de grava, y por mucho rato del lado de Oyssel, más allá de las islas.
Pero de repente echó a correr a través de Quatre-Mares, Sotteville, la Grande-Chaussée, la calle Elbeuf, y se detuvo por tercera vez, ahora en frente al Jardín de Plantas.
-¡Siga adelante- exclamó una voz más furiosa aún. (…)
Y en el puerto, en medio de los carretones y de los barriles, y en las calles, en los ángulos de los guardacantones, los lugareños abrían grandes ojos, asombrados ante tal espectáculo  no acostumbrado en provincia: un coche con las cortinillas bajadas, que hacia su aparición una y otra vez, más cerrado que una tumba y sacudido como un navío por la tempestad.
Ya en pleno día, en el campo, cuando el sol lanzaba sus rayos más fuertes contra las viejas linternas plateadas, una mano desnuda pasó bajo las cortinillas de tela amarilla y arrojó papelitos rotos al viento, que se dispersaron y cayeron más lejos, como mariposas blancas, en un campo de trébol florido.
Luego, a eso de las seis, el coche se detuvo en una callejuela del barrio de Beauvoisine, y bajó una mujer que llevaba echado el velo por la cara y que no volvía la cabeza. “ (FLAUBERT)